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¿Sabia usted que hace muchos años, Dios le hizo una promesa? Su promesa fue dirigida a todos. Así que si usted vive en este planeta, esta le aplica a usted.
Hace mucho tiempo, en los días de Noé, Dios hizo un pacto con toda la tierra y con todos sus habitantes. Él se ató por juramento a no dejar que el planeta fuese destruido (Gén. 9:17).
Unos cuantos siglos después, en los días de Moisés, Dios hizo un pacto similar para clarificar su significado. Dios hizo un juramento de convertirnos a todos en Su gente y en ser nuestro Dios. Y luego Él dijo (Deut. 29:14, 15),
“Y no con vosotros solos acuerdo Yo este pacto y este juramento, sino con los que están aquí presentes hoy con nosotros delante de Jehová nuestro Dios, y con los que no están aquí hoy con nosotros.”
Los Israelitas en ese tiempo presenciaron el juramento, pero no solo se les fue dado a ellos. Dios dijo que lo aplicaba a toda la tierra—“y con los que no están aquí hoy con nosotros.”
¿Estaba usted presente cuando Dios hizo ese juramento? Por supuesto que no. Pero aun así sin estar allí presente, este todavía le aplica a usted!
¿Comprende el significado de esto?
Dios tomó toda la responsabilidad y fue vinculado por juramento para convertirle a usted en uno de Su gente y para que Él se convirtiera en su Dios.
Él no dijo, “Si usted es bueno, entonces lo convertiré en uno de Mi gente.”
Él no dijo, “Yo les daré a todos la oportunidad de venir a Mi así que si prometen seguirme, entonces los convertiré en Mi pueblo.”
No, Dios hizo un juramento de hacer esto de Su propia voluntad y por Su propio poder. Esta es Su promesa.
Ay dos clases de pactos que Dios ha echo con las personas. Uno es en el cual Dios nos hace una promesa a nosotros. El otro es en donde nosotros le hacemos una promesa a Él.
Como fue Dios el que hizo la promesa, Él es el responsable de cumplirla. Cuando nosotros hacemos una promesa, entonces somos nosotros los responsables de cumplir nuestra palabra.
Es así de simple. Quien promete es el que tiene la obligación de cumplir su palabra.
La Biblia dice que Moisés dirigió a los Israelitas fuera de Egipto y los llevo al Monte de Sinaí. Allí se les pidió hacer una promesa (pacto) con Dios (Éxodo 19:8). Ellos aceptaron. Prometieron de obedecer a Dios para siempre, y también ataron a sus hijos a esa promesa. Todos tuvieron buenas intenciones, pero en poco tiempo fallaron de cumplir la promesa. Así que el pacto se rompió y tuvo que ser desechado.
Pero Dios aun los amaba y no los abandonó. ¿Cual fue la solución a este problema?
Cuarenta años después, Dios les hizo Su propia promesa a ellos—y a todos los habitantes de la tierra. Este es el juramento o la promesa, la cual mencione antes.
Dios también tenía buenas intenciones. La gran diferencia fue de que Dios también tenía la habilidad de cumplir Su promesa. Aun así, muchos han dudado de Su habilidad para salvar a todos los seres humanos. Ellos dicen que Él no es capaz de anular el libre albedrío de la persona.
Dicen de que el hombre tiene libre albedrío, pero Dios no. El diablo le puede forzar a hacer cosas, pero Dios no puede. ¿En serio? ¿Es acaso Dios tan indefenso? ¿Es la voluntad del hombre mas fuerte que la voluntad de Dios? ¿No ay nada que Dios pueda hacer para salvar a toda la humanidad?
¿Debemos acreditarle a Dios por haber tratado, o por haber tenido buenas intenciones? ¿Hizo todo lo que pudo, pero al final debemos admitir de que Él fue incapaz de cumplir Su promesa? ¿Ha fallado Dios?
La pregunta esta en si Dios de verdad tiene el poder de cumplir Su juramento. Muchos no creen de que Él pueda salvar a todo el planeta y de restaurar a todos para que cumplan su propósito de vida. Pero nadie debería de hacer promesas que no puede cumplir. Ni siquiera Dios mismo.
Lo que en realidad están sugiriendo es de que Dios hizo una promesa la cual no puede cumplir, porque nunca estaba en Su capacidad de poder cumplirla. Si eso fuera verdad, entonces Dios no debería haber echo una promesa la cual no podía cumplir. Pero Él si hizo la promesa, y lo único que nos pide es que creamos de que Él si puede cumplirla.
En otras palabras, Dios nos pide que tengamos fe en Él. No nos requiere de tener fe en nuestra propia habilidad de cumplir cualquier promesa que le hagamos a Dios. ¿Ve usted la diferencia?
La diferencia esta en quien es el responsable de cumplir—¿usted o Dios?
¿Alguna vez le ha echo una promesa a Dios? ¿Fue capaz de mantener su palabra? ¿Le prometio de cambiar su vida para que le fuera mas agradable a Él? ¿Tuvo éxito?
Supongo que no. Yo mismo le he echo miles de promesas a Dios, y rompí todas a pesar de mis buenas intenciones. Cada vez que prometí no pecar otra vez, fallé.
Y luego descubrí de que Dios me había echo una promesa, a mi y al mundo entero. Eso cambio todo. Ya no era yo el responsable de tener fe en mis buenas intenciones. Repentinamente vi que Dios tenía la responsabilidad de cambiarme.
Súbitamente, mi fe se desplazo. Me di cuenta de que ya no debía tener fe en mi propia habilidad. Solo tenia que tener fe en Él y en Su habilidad de cumplir Su palabra.
Sepa usted que yo fui criado en la iglesia. Me enseñaron de que mi decisión de seguir a Jesús fue lo que me salvaría y me convertiría en una de las personas de Dios. El problema estaba en que, por cuanto mi salvación estuviera atada a mi decisión (y promesa), lo encontraba imposible de cumplirla—a pesar de mis buenas intenciones.
Luche con esto por muchos años. Se que muchos otros también luchan con esto. Muchos pierden ánimo y se dan por vencidos, pensando que nunca serán lo suficientemente buenos para acercarse a Dios. Dios es muy sagrado, y yo soy muy pecaminoso.
Así es como es cuando seguimos pensando que todo esta basado en nuestra propia voluntad, nuestra propia decisión, y nuestra propia promesa. La Avenida del Viejo Pacto es un callejón sin salida.
Pero Dios es amor. Él te ama, así tú no te ames a ti mismo! Al ser amor, Él a tomado el asunto bajo su propia voluntad soberana y se ha comprometido por un pacto de salvar al mundo entero—incluyéndote a ti!
Quizás piensas estar demasiado perdido para que Dios te ame. Quizás piensas que has pecado demasiado para que la promesa de Dios te pueda ayudar. Si es esto lo que piensas, entonces entiende que precisamente por eso es que Jesús murió en la cruz. Él pago la multa entera por el pecado de todos. Él tomo toda la responsabilidad de tú pecado y se la aplico a si mismo.
La ley de Dios fue formada primero para definir el pecado y la justicia, para enseñarles a los jueces como emitir justicia verdadera cuando las personas pecaban. Un juez bíblico no tiene el derecho de perdonar el pecado, solo la victima tiene ese derecho.
Cuando Jesús pagó la multa por el pecado del mundo entero, Él se convirtió en la victima de todo pecado cometido en este mundo. Esto le dio derecho de enjuiciarnos o perdonarnos! ¿Y Él que hizo?
Cuando Jesús estaba muriendo, unas de Sus ultimas palabras fueron, “Padre, perdonalos” (Lucas 23:34). Esta fue Su oración al juez. Jesús ejercitaba Sus derechos de perdonar todos los pecados que Él estaba pagando con su muerte en la cruz. ¿Fue la oración de Jesús cumplida, o acaso no tenia importancia para el Juez?
Jesús sabia lo que hacia y conocía Sus derechos. Él tenía el derecho de perdonar, y así lo hizo. Esto incluye tus pecados también, sin importar lo que has echo en el pasado. Así es como nos demuestra Su amor.
El hombre (mujer y hombre) fue creado en la imagen de Dios. Su propósito era de tener la misma esencia de Dios. Pero el hombre pecó y trajo la muerte al mundo. Por eso es que todos somos mortales.
La ley de Dios requiere penalidad por el pecado, así que Jesús vino a la tierra para morir en la cruz y pagar por el pecado del mundo entero. Uno de sus discípulos, un hombre llamado Juan, escribe una carta diciendo que Jesús no solo pago por los pecados de los creyentes si no también por los pecados de todo el mundo (1 Juan 2:2).
Aun más, Jesús dijo que si Él muriese en la cruz, Él arrastraría a todos hacia si mismo (Juan 12:32). Así demostró Su amor por el mundo. Él estaba dispuesto a morir hasta por sus enemigos aun antes de que ellos lo conocieran a Él!
Lo único que se te requiere es que tengáis fe en la promesa de Dios. Creed que Su promesa se aplica para ti y que la muerte de Jesús en la cruz pagó toda la penalidad de tus pecados.
Solo tienes que decir, “Lo creo!” Ten fe en Él. Se que esto suena muy simple y demasiado fácil, pero es la verdad. Dios lo hizo fácil para que no este fuera del alcance de nadie. Si estas buenas noticias te han dado fe en Él, es evidente que Dios ha comenzado Su trabajo en tú corazón para cambiar tú vida. Su promesa para el mundo esta comenzando a aplicarse específicamente para ti.
Sabed entonces que Dios continuará trabajando en tú corazón y te guiara con Su Espíritu para mostrarte muchas cosas que antes no sabias.
El próximo paso sera de aprender mas sobre el plan de salvación, para que empieces a vivir el tipo de vida la cual Dios siempre ha querido para ti desde un principio. Empieza a leer y a estudiar las Escrituras y Sus leyes, para que aprendas el tipo de persona en la cual Dios te va a transformar.
Las leyes de Dios fueron originalmente dadas como mandamientos para cumplir. Pero ahora que hemos entrado en el Pacto Nuevo, estas mismas leyes se han convertido en las promesas de Dios para nosotros. En vez de tener que intentar de mantener los mandamientos de Dios para ser buenas personas, Dios nos promete darnos su esencia divina.
Así que cuando leas los Diez Mandamientos, piensa en ellos como las Diez Promesas de Dios para ti. Dios ha prometido cambiarte el corazón para que tu no robes, no asesines, no cometerás adulterio, no mentiras, y no codiciarás.
¿Estas listo para un cambio en tu vida? Ve como Él te transforma otra vez en Su imagen?