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Capítulo 2: El Entrenamiento de David en el Desierto

David estaba en el desierto y en las cuevas para llegar a estar en un lugar de madurez. Él necesitó el carácter de Cristo para poder gobernar a la gente sabiamente y con justicia y rectitud. Aquéllos que siguen en sus pasos como vencedores no deben ser sorprendidos si son también son expulsados de la Iglesia o denominación durante un tiempo. Esto, también, debe ser visto como una bendición de Dios y quizás una indicación de una llamada superior.

Sin embargo, no todos que sean expulsados de una Iglesia son vencedores. Sólo ésos que aprenden las lecciones de David son vencedores. Sólo aquéllos que entran en una relación con Dios que lleva a la manifestación de los Hijos de Dios son de la compañía de David.

David no estuvo para siempre en el desierto. Llegado el momento él tenía que volver para ser coronado el rey de Israel. Él estaba en el desierto sólo para entrenamiento. Su entrenamiento era temporal. Su ministerio verdadero estaba en Israel. La herencia de David, su ministerio, su llamada, no estaba en las cuevas del desierto, sino en Israel. Igualmente, Israel bajo Moisés no fue llamado al desierto para permanecer allí para siempre. Su herencia era Canaán, no el desierto. El desierto era sólo el campo de entrenamiento para la Tierra Prometida.

El propósito del desierto es volver a ministrar. El desierto no es un fin en sí mismo. No es la meta, sino los medios a la meta. Es el lugar dónde Dios enseña a los vencedores que Él es soberano, que Él es su protección, su refugio y fuerza. Es el lugar dónde los vencedores aprenden que sus vidas están en las manos de Dios y completamente a Su disposición. Si Él quiere que ellos vivan, ellos viven. Si Él quiere que mueran, ellos mueren. Los vencedores pierden su miedo a la muerte o a las circunstancias, porque ellos ven la mano de Dios en todas las cosas. Ellos saben que nada pasa a espaldas de Dios. Nada pasa a menos que Dios lo haya dirigido o permitido. Y encima de todo, los vencedores aprenden que todas las cosas trabajan juntos para su bien (Romanos 8:28). Ellos han aprendido que el vivir es Cristo y el morir es ganancia (Filipenses 1:21).

El desierto lo pone a uno delante de Dios cuando uno se encuentra en medio de la miseria. El desierto es donde usted aprende que Él lo mantiene a uno en medio de la miseria, en las situaciones imposibles, para que Él pueda mostrar a uno lo que ES posible, y lo que ES fácil, una vez nosotros nos hayamos superado y aprendido a descansar en Él.